domingo, 19 de mayo de 2013

Acordes inmortales.

Todo comienza con una simple nota musical, esa que introduce en tu mente todo un mundo de posibilidades, de letras, de palabras que pueden o no quedarse acampando en tu cabeza por días, meses, inclusive por siempre. La nota musical no es mucho para nadie, no es más que una canción entre muchas, puede que esa nota no sea esa que en ti estremece todo lo que llevas por dentro. Esa nota para ti complementa un océano que a pesar de estar lleno de agua solo es perfecto cuando esa gota hace parte de el, siempre recuerdas ese momento, esa canción que te transporta del infierno en el que estás a ese Sol perfecto, esa brisa abrazadora que en tu cabeza es una permanente que nadie nunca podrá tomar, que nunca deja de soplar, ya sea en contra o a tu favor. La oscuridad en la que estás sumergido te priva de esa libertad de la que consistía el amor, esa oscuridad donde las sombras de la noche se convierten en figuras del pasado que solo te recuerdan que eso que sientes, que eso que experimentas no es nada mas que esa libertad volviendo a ti por medio de sencillas letras que parecen haber sido escritas a tu nombre, a lo que eres y siente en ese momento donde al compás de lo que escuchas sientes como de manera arrebatada tu corazón pelea por hacer parte de la orquesta. De una forma anormal y arritmica sientes como trata de salirse de tu pecho, ese pecho que poco a poco dejó de ser tuyo para ser simplemente donde habita el olvido, donde se fueron a recostar todas esas mentiras y cuentos de hadas en los que de la manera mas ingenua creías y por los cuales, teniendo una unica vida la depositaste toda esperando a cambio de eso un final que, como la canción que estás escuchando, te recuerda que hay altas y bajas y siempre sin excepción una ultima y detonante palabra o acorde que te partirá en mil pedazos.

De esas voces en tu cabeza, de esas palabras que te encuentras de una canción a otra siempre surge entre un pensamiento nuevo, una historia que compartir y un momento clave en tu vida que así como las personas que ya no están, te estremecieron de tal manera que no queda opción alguna que recordar con la belleza del olvido, con esa única vez en la que fuiste eso que fuiste, que fuera lo que fuera te hizo ser quien sucumbe ante la sencillez del recuerdo de lo perdido. Del amor a lo recordado, del odio a lo perdonado y lo cometido, De la indiferencia y del desacato a eso que creías poder ignorar, eso que pasaste por alto, dejaste atrás y atrás quedó. De todo eso que ocultamos debajo de piel marchita por el tiempo que no ha podido perdonar el hecho de ignorar como a medida que pasa cada segundo nos encontramos con una nueva forma de recordar el pasado que se refleja en nuestros ojos casi cegados ante el resplandor de lo que fue y no abiertos a lo que es o lo que puede ser, simplemente cegados e ignorantes. Nadie sabrá nunca qué camino tomar ni que canción escuchar, encontrar un rumbo nunca nos dirá que es lo que vamos a toparnos a medida que lo exploramos, dar un paso al frente, cambiar de canción, siempre será una incógnita que pocos enfrentan y simplemente prefieren escuchar el mismo disco que repite la misma canción, la misma historia una y otra vez, una historia de la cual ya conocen su final pero que insisten en escuchar de nuevo, como si el fade out fuese a ser diferente, como si un acorde sorpresa fuera a cambiar y mejorarlo todo.

A veces no es necesario repetir la misma historia, no sabiendo en qué termina,no repitiendo los mismos errores y creando las mismas expectativas que sabes ya que no serán cumplidas. Te sientes con los pies en el aire, mirando al vació a tus pies y el cielo tan alto que ni sueñas con tocarlo, el amor como una ráfaga que amenaza con botarte al vació y te aferras a el como la rama a un árbol  como a ese algo que crees que es tu salvación.Mientras escuchas la misma canción una y otra vez, enciendes un cigarrillo y poco  poco entre el humo acumulado empiezas a buscar en esas notas musicales miles de respuestas, cierras los ojos y la cabeza te empieza a dar vueltas, recopilando recuerdos, con esas notas musicales te vez viajando y saltando de un tiempo a otro recordando y recolectando pedazos claves para que al  momento de abrir los ojos logres al fin disipar el humo de la habitación y mas importante la neblina que solo te dejaba divagando entre momentos cortos e hirientes, esos agridulces, porque te recuerdan no solo lo feliz que fuiste sino lo feliz que sabes que puedes llegar a ser ya sea perdido entre pupilas en las que podrías naufragar sin pensarlo dos veces, o entre caricias que matar en ti todo lo que la noche y el miedo habían dejado clavado en tu piel.

Vas cerrando los ojos a medida que las voces en tu cabeza te dicen de una u otra forma que hacer lo que escuchas te va sumiendo en la noche e invitándote a comenzar a soñar en el mundo abstracto que hay en tu cabeza, ese mundo donde vuelas hacía el Sol sin quemarte, donde la noche no es amenazada por arpías carroñeras, donde tu mundo se reduce a recordar, arreglar, mejorar todo eso que con los ojos abiertos es simplemente ruido en tu mente, estruendo en tus pensamientos y silencio hiriente en el alma. Tienes los ojos cerrados, la melodía de un piano te arropa el cuerpo helado, la voz aguda y desgarrante te dedica su sufrimiento y te recuerda como ya lo has hecho antes, que puedes ser lo que eras, que no eres de cristal y aun queriendo ahogarte sin saber como respirar, puedes decir una y otra vez que es necesario conocer la oscuridad para que al salir a la luz realmente haya valido la pena. La voz a lo lejos te aprieta el corazón como si fuera empuñado por ese amante egoísta, ese cazador de sueños, de verdades sobre valuadas y mentiras apremiadas ante bufones del amor, ante ateos a ese único sentimiento que te cubre los brazos, el pecho aislado y un cuerpo maltratado pero renaciente.

Vuelves en tus sueños a encontrarte con esos miedos del pasado, esas sensaciones que te recuerdan la ausencia de ese algo que de alguna forma distraía a esos demonios que amenazan con robar esos acordes, esas notas que te mantienen de una pieza, esas voces que de una u otra forma rescatan de un pozo sin fondo esos pedazos de ti que valen la pena, esa parte que nunca muere, esa cualidad tuya tan criticada, ese amor al amor que no puedes disipar porque simplemente estas firme en que entre canción y canción hay una nueva historia, nuevos tonos para destruirte una y otra vez y para restablecerte nuevamente mientras canción por canción, sigues enamorado del amor, del pasado, de lo que fuiste, de lo que eres, de lo que quieres ser, lo que quieres oir y lo que quieres cantar sin que pase ni un segundo, ni una palabra sin ser amada y recordada como la mejor canción alguna vez escuchada, sentida, cantada y gritada al mundo. Ese mundo que se toma el tiempo de escucharte, ese mundo que se interesa por amarte, porque ames el amor y porque no pases ni un minuto y ni una canción sin pensar que vale la pena vivir y morir mil veces en vida, por amor.