No sé si el lo recuerde, no sé si aun pasa por su mente el mismo momento que pasa por la mía pero sé que en ese momento la infinidad se posó entre el y yo, el amor que sentíamos el uno por el otro en ese momento no se podía describir, no era un amor que yo pudiera en este momento describirles porque el momento era palpable, era algo para observar desde que El Sol salía por el lado norte de la habitación y se posaba en el lado sur al caer sobre nosotros, al llegar la noche. Tiempo y días pasaban y yo sentía que mi cuerpo se había quedado acostado en esa cama, sentía que mi mirada no salía de sus ojos, sus ojos que con una o dos lagrimas involuntarias me decían que por favor me quedara, que no me fuera, que me necesitaba tanto como yo a el, que me amaba igual o más que yo a el, que eramos uno y que sin el otro el cuerpo de cada quien realmente se hería, dolía, sangraba, se deshacía cada minuto que estuviésemos lejos. El momento que les quiero contar ni sé cómo describirlo porque ni sé si fue solo esa vez, no sé si realmente enloquecía y ese momento eran simplemente tardes cualquiera, en las que mientras preparando algo de comer escuchaba alguna canción alegre mientras veía como torpemente me hacía una taza de té o unos huevos como si fuesen las 8 de la mañana y el día apenas comenzara.
El momento era sencillo, simple, nada de otro mundo así se sintiese como tal. El momento era acostarnos en la cama, sin ningún otro plan más que esperar que la noche cayera o que El Sol saliera, era esperar a que algo nos desconectara de ese mundo nuestro y nos llevara a hacer cosas cotidianas, de esas en las que uno ni siquiera piensa por no querer dañar el momento o por no querer romper ese silencio tan cómodo que nos arrullaba de manera mágica y casi inmediata. El momento que tanto recuerdo es ese en el que en múltiples ocasiones le cantaba, le leía, le lloraba mientras el me cantaba o me leía. El momento era compartir canciones nuevas, el momento era retarnos uno al otro a el que durmiera más rápido, al que aguantara más tiempo perdido en la mirada del otro. El momento eran miles de segundos unidos en pocas palabras, el y yo. El momento era amarnos y eso era todo, amarnos, amarnos, amarnos, amarnos... hasta que el Sol dejara de salir en nuestras cabezas y dejara de posarse al Sur en nuestros pies. Amarnos.
En muchas de estas ocasiones releía su segunda hoja, de todas las cosas que me había dado siempre me gustaba releer lo que me escribiera, era bonito pensar en esos sentimientos tan frescos que sentimos en pocas semanas de habernos conocido, siempre recordaba esas hojas y las volvía a leer. Me enamoraba cada vez mas el saber que era un sentimiento constante, que no se iba, no se apagaba ni se extinguía. Era un sentimiento desconocido, familiar a la vez si lo comparo con ese amor que siempre soñaba encontrar. Tenerlo tan cerca, sentir su respiración, conocer su cuerpo y su interior, conocer sus miradas, sus sonrisas, sus gestos y ademanes, todo aquello era un conjunto de experiencias para mi, todo aquello era oro disuelto en besos, en palabras, en abrazos y caricias. Conocerlo a el y conocerme a mi mismo en tantas estancias, tantos versos, tantas risas alocadas y besos descontrolados, todo el conjunto de emociones me hacían sentir realmente seguro, a salvo de un mundo que a ambos nos había demostrado todo lo contrario. No habían mostrado el lado amargo del amor, el lado crudo de la esperanza y sobre todo la crueldad en la fe, la confianza y la incondicionalidad.
Hoja # 2
Me gusta pensar que soy invencible, me gusta sentir que aunque siempre este en medio mi caos interno nunca esté vulnerable a nada y sobre todo a nadie, siempre evito entregarme completamente y nunca espero recibir mas que una pequeña parte de "alguien más"; ahora, escribiendo esta casi mecánicamente como un trillado anuncio clasificado, me doy cuenta que siempre acierto en lo que estoy buscando, siempre obtengo un pasaje de ida y de regreso a otro mini-mundo, nunca he pasado de ser un extranjero entre otros pensamientos, en otros sueños, en otras manos, en otras vidas. Es costumbre construir un muro nuevo con algunos ladrillos caídos y algunas grietas alrededor. Siempre comienzo de cero y mi build-up dura por días y nunca por meses, me suena ilógico pensar que mi último comienzo haya sido tan diferente y aunque no quiera admitirlo ya no se qué estoy buscando, confieso que estoy perdido, estoy afuera de mi 'comfort zone' y no encuentro ningún camino de vuelta, mis pies no saben a donde quieren llegar y ahora siento mi mortalidad en mucho más que en pequeños momentos del día, mi vulnerabilidad ahora tiene un nombre y apellido que rima con cada unas de las letras que se asoman en mis dientes.
Desde el pequeño espacio que ocupo en este planeta monocromático, desde este esfero desechable y esta hoja manchada quiero entregarte todos mis errores ortográficos, todas mis palabras deformes y mi vida entintada como nunca lo ha estado, quiero que recibas todos mis rayones y todas mis omisiones que al fin y al cabo son evidentes en cada centímetro de mi cuerpo cubierto en una piel que ya no se ha quien le pertenece, que no sé si ha sido tocada o manoseada sin sentido, sin la corriente adecuada y sin los sudores llenos de ese silencio abismal que terminan estallandome los labios, las cejas y las mejillas porque se convierten en un sonido insoportable que me recorre las venas y me congela el corazón.
No me gusta depende de una persona, no me gusta pensar que me voy a venir abajo y voy a perder mis días sin sentir sus huellas dactilares en todo mi cuerpo, en todos mis pensamientos. Necesito sus palabras sobre mi cuello, sobre mi lengua, sobre mis labios, en mi garganta y en mi voz. Probablemente esto que escribo ahora no sea coherente en unas semanas, unas Lunas o unos meses, pero en este momento solo tu eres mi realidad, solo tu eres mi tiempo y mis noches de insomnio, un insomnio que es mas dulce que otra cosa, que aunque me vuele los sesos y no haga más que sentirse como una inyección en la nuca, sigue siendo relevante y con sentido y es que sentido es algo que nunca he palpado, que solo hace que mis piernas tiemblen y que como un reflejo me haga huir.
Probablemente dirán que estábamos locos, que el amor nos había atacado y que eramos una pareja de cursis tratando de crear un mundo perfecto en la fría crueldad que se ve diariamente en un mundo normal, y si, eso eramos, un par de pendejos jugando a ser felices, a crear mundos aparte, a estar toda una tarde viéndose a los ojos sin importar que el mundo allí afuera se estuviese cayendo en mil pedazos, sin importar que La Luna misma se nos viniera encima. Eso eramos y lo fuimos por momentos incontables, llenos de canciones, de lagrimas, de sudores y miradas, repetíamos ese mismo momento las veces que fueran necesarias. Ya fuese después de un largo día, ya fuese después de un Domingo perfecto o después de recorrer lugares que no conocíamos, ese momento era el momento para poner una canción tierna, una canción que nos hiciera desfallecer en el cuerpo, ese momento en el que solo importaba ser uno los dos, ser ese par de pendejos que creían en algo más allá de los hechos, más allá de lo palpable, más allá de palabras y poemas muertos, eramos palabras siendo vida y vida siendo amor. Amor era eso que sentía, eso que personalizamos en pareja, eso que llegamos a sentir tan puro y claro como el agua con la que bañábamos nuestros cuerpos, como el abrazo que me enseñó a darle, como ese amor que nadie más parecía entender. Eramos en ese momento, esos momentos mientras veíamos como La Luna se posaba en El Cielo, como ya no le aterraba, como ahora me amaba y veía esa Luna solo en mis ojos, sin caerse, sin derrumbarse, fija y constante en mis besos y en mi mirada.
Quisiera extender más esto, pero realmente solo quería expresar lo que se sentía en esos momentos, quería describir de forma breve eso que aun considero que es indescriptible....
Quisiera extender más esto, pero realmente solo quería expresar lo que se sentía en esos momentos, quería describir de forma breve eso que aun considero que es indescriptible....