Desde muy adentro de mi algo golpea fuerte y constantemente mi cabeza y pensamientos. Algo desde lo más profundo de mi me dice en gritos que debería alejarme de donde estoy. Salir corriendo no es una opción, no puedo, no tengo fuerzas y hasta me ahoga la incertidumbre de saber si estoy despierto o no. La duda de no saber si donde estoy es donde debo estar o simplemente a donde he llegado por una secuencia de decisiones equívocas que me han traído a hombros de mis placeres y gustos efímeros más no de mis necesidades y de mi propio bienestar.
Lo que sea que sienta se ve abrazado a una ceguera inevitable que me lleva recorriendo ciudades endemoniadas, paradas infernales donde mil soles que, así cómo me iluminan, me ciegan y queman toda esa bondad que alguna vez fue la que conformó todo lo que era y no era solo un virus que actualmente siento extinguirse mientras risas, gritos y bailes opacan las alaridos que ese ser dentro de mi quiere que el mundo conozca. No sé bien ni que decir porque simplemente lo que diga será editado y maquillado para que suene perfecto y sutil. Será maquinado para seducir a todo aquel que pueda ser fuente de placeres, de miradas lujuriosas que dan bienvenida a orgías de sentimientos impuros y descarados. Todo lo que diga será cambiado, todos mis silencios serán erróneamente interpretados y mi lenguaje corporal no será más que una invitación a casa uno de los siete pecados capitales. No habrá momento en el que mi mente se sienta segura o confiable, no soy nadie porque no siento nada, todo es automático y salvaje, animal y placentero. Toda razón se fue en bocas desconocidas, todo el raciocinio lo vertí en lagrimas, se fue en gemidos desenfrenados y gotas de pecado, saladas y envenenadas cada una de ellas.
Siento muy adentro que cada sonrisa es eso que quieren, el acto favorito del circo, lo más esperado de la noche, el payaso más triste pero talentoso. En eso se resumen los gritos internos, en risas ajenas y en una auto compasión casi suicida. Miradas que no valen nada, que no dicen nada de sentimientos, solo de placeres y agonías personales y totalmente secretas. El silencio se volvió aliado al ser las palabras puñales de quienes no saben tolerar un sentimiento determinado. El silencio lo fue todo a pesar de que no quiso estar presente. pedí a gritos que escucharan mis palabras, recorrí los confines de la tierra diciéndole al mundo mis verdades. El viaje de vuelta lo hice en silencio, con los ojos cerrados, tal vez abiertos pero oscuros y fríos. Tan expresivos cómo esa pícara Mona Lisa, tan falsos cómo una Ultima Cena e inalcanzable cómo el sueño humano de volar.
Esa bestia indomable me grita al oído, me seduce, y la complazco. Me mata de a poco pero me da más vida que la misma vida que siento al querer acabar con mi enemigo interno. Dos en uno, si no son más. Somos un conjunto de defectos que sin querer nos hacen perfectos y pecadores. Un idilio de cualidades erradas que consiguen exactamente lo que desean. Desean lo imposible y de una forma posible logran esa utopía, llegan a ese Olimpo de logros y metas inimaginables y así mismo acaban con todo lo que consiguen. Una batalla que no pedí, que no controlo ni domino, que no quiero pero si tengo aferrada al cuerpo como sanguijuela extrayendo todo eso que fui y dejé de ser, todo eso que gobierna ahora el sentimiento de pesar, odio y lastima convertido en perseverancia, audacia y seducción ajena a mi yo original.
Allí donde termina mi ciclo, es ahí donde no te encontré. Ahí donde termina es donde deberías haber estado, es donde más te sentí ausente, tan ausente que te olvidé. Tan lejos que no existes. Tan lejos que el recuerdo no es nada más que esta nueva bestia liberada, maltratada y feroz que ahora, con lagrimas hipócritas en los ojos te dice que te necesita, a ti y solo a ti, más que nunca.
"With every day, and from both sides of my intelligence, the moral and the
intellectual, I thus drew steadily nearer to that truth, by whose partial
discovery I have been doomed to such a dreadful shipwreck: that man is
not truly one, but truly two. I say two, because the state
of my own knowledge does not pass beyond that point."
Robert Louis Stevenson
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