viernes, 14 de junio de 2013

Caminos de reconocimiento.

Pasa que voy por la calle, nuevamente tomando caminos equivocados o no equivocados pero si desconocidos y terminando en una calle mas ciega que el mismo caminante. Recordando y meditando me voy dando cuenta del significado de muchas frases y palabras que creía olvidadas y sin sentido, dejadas a un lado y totalmente ignoradas. Nada como el silencio y el estruendo cantando una misma canción en tu cabeza, esa canción que no dice nada, esa llena de silencios y desesperación, es que te saca de tu mundo y de tu camino por un instante idílico en el que recuerdas, piensas, analizas y empiezas a creer y a construir, a demoler y a optar por nuevos caminos, igual de desconocidos como los otros que sin titubear ya has caminado, por los cuales ya corriste, ya saltaste, ya te arrastraste. Por esos caminos donde una vez amaste, donde odiaste, por esos en los que ni siquiera caminaste sino que los recorriste elevado, con alas de momento, viento de viejos amores, cielo de felicidades que no eran las tuyas pero que adoptaste para sentir, caer y seguir en tu camino tal vez no de la misma manera, siempre diferente, constante e indomable.

Entre tantos caminos no puedes esperar ir solo ni no tropezarte con algo que te obligue a levantar la mirada de esos pies que ves ya tan cansado. Entre estas eventualidades en tus caminos lo mas común son las personas, ese contacto social inevitable, esa transacción inevitable de saludos, conversaciones y hasta sentimientos. Siempre trato en lo posible de ignorar, de seguir caminando mirando a los ojos de ciertos individuos por que hay ojos que me inquietan, que perturban mi cabeza queriendo conocer la historia detrás de esos ojos vacíos, dañados, muertos, con una vida ajena, esos ojos me hacen detener, inventar más caminos, pensar en la procedencia de esa mirada perdida tanto entre la multitud como entre la vida misma. Con una preocupación que desborda mis pensamientos comienzo a crear nuevos mundos, a recorrer caminos con ojos cerrados, con la mente en lo alto, la imaginación fuera de si, creyéndome Dios y arquitecto de vidas ajenas, de historias que no son mías, de finales que no me corresponde clausurar y de nuevos comienzos que no está en mis manos inaugurar. Recuerdo sentir agonía y frustración, no puedo ni cambiar lo que tengo cerca mucho menos cambiaré el destino de algo que desconozco pero que muero por conocer, entender y transformar. Mi mirada vuelve a mis pies cansados de tanto caminar, de dar largos pasos, de pisar pedazos de vidas ya desechas, de eso que te perturba, de los sobrantes de lo que alguna vez fue aire par alguien más que al igual que tu está perdiendo su aliento y sudor en encontrar eso que desconocen pero que buscan y esperan hallar. Siendo 'eso' ese 'algo' que da vida, que vale la pena esa y las miles de odiseas invertidas en esa búsqueda en la que yendo a ciegas y en condición de esclavo de la incertidumbre, encuentras la fe que invertiste, el amor que perdiste, la Luna que se fue de tu cielo, la nota final de la melodía que complemente el alma.  

Me pregunto cual es la motivación  de los otros caminantes, cual es la meta a alcanzar de esos ojos nómadas con las que me topo, con qué pensamientos vagan al igual que yo por caminos inciertos, me pregunto si es el amor y sin dudarlo me convenzo de ellos, de que caminan por amor en cualquiera de sus presentaciones, amor a una nueva vida, amor a una familia o inclusive amor hacia un solo individuo. Me cuestiono como lo hago todo el tiempo acerca del amor, me imagino sus pensamientos, el concepto tan bajo o tan elevado que puedan tener con respecto a algo que para mi abre caminos,despeja cielos, calma tormentas y maquina mi vida entera. Pienso en el amor frío, en el amor como pasos sobre hielo delgado y traicionero, el amor desgarrador, perfecto, diferente, ahogante, culminante, abrazador y detonante. El amor como una luz prendida en medio de la noche, en medio del silencio absoluto, una luz amarilla, azul, verde, una esperanza para todo errante sin rumbo, para todo aventurero esperando llegar a su destino. Destino es ese amor que calla, el que no juzga ni pretende ser otra cosa, el que cae y se levanta, el que se eleva sobre el fuego, el que mata, hiere, traiciona y renace. El que no da nada, el que desilusiona, el que te hace morir en vida y te convence de que si has de morir una vez en tu vida, será por eso, por amar caminos sin salida a los que les diste la espalda, conceptos erróneos que no creíste, a amores irreverentes de los que aprendiste y ganaste más que un beso, más que mil sudores y llantos fueron felicidad y enseñanza, perdón y consistencia, miedo y sombras, baladas y silencio. 

Pienso en quienes se rindieron, en los que no lucharon, los que desistieron ante un sentimientos tan puro, a un sentimiento que no muere sino que se olvida, un sentimiento que se reinventa, un sentimiento que acecha siempre al vagabundo, al desolado. Amar es no abandonar, amor es permanecer invisible y paciente, es sentimiento que calla para ser oído, es vida que no se va, que no se mueve ni se rinde, es espera que no se agota, vida que espera a vivir, muerte que no mata, fuego que no quema, pasión que no se extingue, agonía que se calma y lluvia que se lleva la sequía. 

Recorrer nuevos caminos es mantener la fe en el objetivo de amar, es no conformarnos con caminos a medias, es tomar decisiones, es buscar hasta encontrar, es saber quien eres, no olvidarlo y seguir caminando. Es cambiar de pasos si los que tomabas no eran suficientes, amor es tener el valor suficiente para romper barreras, para caminar sobre piedras de decepciones, correr sobre fuego implacable y cruel, flotar en el aire si te lo permiten tus alas remendadas, es saber no solo quien eres, no solo que buscas y que haces para encontrarlo, es reconocer tus fallas, reconocer falencias y errores, dar pasos torpes y sin argumentos, dar puños al aire, caer en miseria, mirar a la oscuridad a los ojos, llorarle a la soledad, acomodarte en el rincón  donde habitan los lamentos, conocer la parte tuya que duele, la parte dentro de ti que es cruel, la que te mata solo a ti con el único e hiriente propósito de mostrarte esas faces que no conoces, ese demonio que ocupa una fracción de quien eres, esa soledad que te acompaña en sombras, ese asesino, esa paria carroñera que desata lo peor de ti, esa que te enseña otros caminos de los que huyes triunfante, de los que sales sin se tu mismo pero con la certeza de conocerte ahora mejor que nunca, de conocer tus límites, tus caras, tus extremos internos y como estos juegan dentro de ti para enseñarte tu única cara, esa que no deja de mirar hacia arriba. 

Conocer quien eres no es solo cuestión de saberlo sino de reconocer que hay una dualidad inquebrantable que constantemente está batallando dentro de ti. Es conocer los extremos de tu personas, es conocer y convencerte de que no solo caminad por un camino, no sabes nunca quien eres hasta que te conoces, te aterras con lo que encuentras y sigues amando tus metas, tus pensamientos y caminos pueden ser dos, pero que mueve tus pasos es la consistencia de tus creencias. Al carajo quien no cree en el amor, al carajo quienes viven sin rumbo, que se pierdan en la vida quienes no sientan, quienes traicionan, quienes viven en función del dolor, del odio a la vida, de la negación, quienes aun piensas que amor y odio son opuestos cuando el amor es el mismo odio pero visto desde la perspectiva de quien no supo amar, visto desde ojos vacíos, desde ojos que una vez fueron vida, vida que dejaron morir, muerte que dejaron entrar, odio y vacuidad en cuerpos que no supieron caminar caminos difíciles, cuerpos que no dejaron entrar a las oportunidades que caían de cielos en batalla, cuerpos que negaron vida entre tanta muerte, almas sin cuerpos y cuerpos sin almas. Malas decisiones, malos pasos, fuego extinto con lagrimas de ojos que ya no saben como llorar, de corazones que no saben amar, de cuerpos que ya no conocen como fusionarse con otros, del desapego a la vida que ya no pueden recuperar.

Es fácil reconocer a quienes se rindieron, sus ojos son como pozos secos, como una noche sin Luna ni estrellas, como una cárcel donde en un metro de habitación las angustias, el arrepentimiento, el dolor y la soledad se reunieron para darse un banquete con la vida en los ojos del cobarde. Ese cobarde que decidió no caminar más, el errante que no supo conocerse, el enamorado que traicionó y no fue nunca perdonado, el amante que dejó de luchar, el vivo que decidió matar su vida, perder la luz en sus ojos, cegar su mirada y aun así ver solo la miseria reunida con sus recuerdos en una página en la que ya no caben más letras, ya no hay más historias, ya no tienen donde escribir una aventuras diferente.Es fácil reconocer entre tanta gente y entre tantos ojos, a quienes murieron sin pelear, a quienes decidieron (porque es una decisión) morir en vida.

Sigo caminando, sigo insistiendo, buscando y esperando. Perdonando y olvidando. Perdonando lo argumentado y olvidando lo que no merece ni debe ser recordado. 

Sigo amando, sigo amando, sigo amando... porque no sé seguir de otra manera.


"No me diga quien soy que yo sé muy bien
 quien soy y quien puedo llegar a ser"

- Anónimo 


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