La primera vez es la que más duele, la que nos enseña y la que nos da bases para las veces que vienen. La primera vez nos da una idea de lo que no debemos hacer, de lo efímero y banal de un momento. De lo trascendental que puede llegar a ser un beso o una caricia, un te amo o un hasta pronto. La primera vez siempre dolerá y siempre será preámbulo de peores experiencias.
La segunda vez la sentimos injusta, repetitiva y frustrante, la sentimos vengativa y recalcante, la segunda vez nos sentimos victimas del destino, de un juego que no dominamos ni aprenderemos a jugar. De reglas que no podremos burlar.
A la tercera nos cuestionamos, nos examinamos y juzgamos buscando un error personal, un error en nosotros que haga que sea este el tercer intento fallido, el tercer intento fallido de lograr que una ilusión tome vuelo.
Al cuarto intento somos inútiles, nos dejamos llevar por la frustración y nos auto flagelamos a tal punto de desarrollar una misantropía y una bipolaridad notable, desarrollamos una baja moral, ofendemos nuestro cuerpo entregándoselo al mejor postor, a cualquiera a decir verdad. Nos dejamos llevar como animales a su presa, nos manejan instintos indomables e inhumanos, somos salvajes y nuestros sentimientos se quedan en un baúl con un broche escarlata de deshonra y culpa.
Al quinto intento somos miserables, como seres completamente arrepentidos y con deseos de un perdón al cual ya no podemos acceder, un perdón que ya no nos devolverá la sonrisa, que no dará brillo a nuestros ojos y que simplemente será una etiqueta que no podremos llevar sin mirar al suelo y pensar que nunca va a ser lo mismo, que el pasado, por muy atrás que esté, marca nuestro presente y nos guiará por un futuro que tal vez no sabremos controlar.
Al sexto intento ponemos el alma entera sabiendo que no nos merecemos ni un te quiero. Al sexto intento fingimos ser quien no somos, ser alguien más, alguien más atrayente, alguien más interesante. Una persona más superficial, más profunda. Una maraña de mentiras que se desenvuelven en otro intento fallido, en otro momento doloroso pero tal vez bien merecido. Al sexto intento es cuando sabemos y entendemos que nos equivocamos.
En el séptimo y ultimo intento somos quien siempre hemos sido, somos honestos, somos nuestro pasado nuestro presente y nos sinceramos en cuanto a nuestro futuro. En este ultimo intento somos transparentes, somos una radiografía, un cuerpo desnudo sin vergüenza, sin pena pero si con miedo. En este intento es donde más sufrimos, es el momento más justo y el que equilibra la balanza. En este intento somos heridos y maltratados. En este intento abrimos los ojos y vemos que la vida tal vez no siga, que el baúl debió quedarse cerrado, el corazón siempre debió estar roto y que las lagrimas nunca fueron injustas. El séptimo y ultimo intento confirma que la vida tiene un balance, un siete por uno. Que la vida, sea lo que sea, se resume en justicia.
Leonardo Cárdenas G.
"De una manera accidental pero a la vez mágica, en el sentido antiguo de simpatías, se había ejecutado y cumplido para mi la ley primitiva de ojo por ojo, diente por diente"
"La raíz hebrea de 'siete' tiene que ver con la completitud y la perfección de los ciclos. Esa es la manera en que se utiliza el número siete en El Antiguo Testamento. Cuando Dios advierte a los que quieren matar a Caín no está hablando de una cantidad literal, de una proporción numérica, sino de una venganza que sera completa y perfecta."
Guillermo Martínez.
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