
martes, 6 de julio de 2010
Final del comienzo.
Cuando comenzó todo yo era una persona como cualquier otra. Me dejaba llevar por mis pensamientos racionales y por mi instinto digamos feroz. Cuando todo comenzó el mundo era un papel en blanco en el cual años más tarde escribí una historia la cual hoy quemare con el fuego que emanen mis nuevas palabras. Cuando todo comenzó, era un día como los que no me gustan, perfectos. Era un día en el que las familias hacian picnics en los parques y jugaban bajo el tedioso y agotador sol. Un día perfecto para una mentira perfecta, para vidas que van tejidas perfectamente sin ninguna clase de error o retraso. Ninguna clase de impefeccion o de un corte mal hecho. Simplemente perfecta. Cuando todo comenzó mis anhelos se enfocaban en una nube gris y un diluvio incesante, se enfocaban en una agonía ajena y en un presente y futuro miserable para quienes me rodeaban. Mis anhelos, mis sueños, iban desde una ciudad distinta hasta un juguete nuevo. Iban de un diferente sabor de helado hasta el peor de los dolores, iban desde la más pequeña hormiga hasta el incontrolable frenesí de mi cerebro desubicado y dolido. Mis sueños, mis sueños iban siendo derribados uno tras otro como botellas en una feria. Iban siendo dejados atras, olvidados y odiados con el paso de los años. Cada sueño era aun más improbable, cada pensamiento se deslizaba en lo fantástico e irreal. Cada minuto que transcurría me recordaba que era propenso a desbordar mi mundo, a saturar mi mente de nuevas ideas, una más improbable que la otra. Cada día, inevitable e insoportablemente soleado, me recordaba que mis pies no tienen alas, que mi cabeza no tiene un halo y que mi cuerpo, por más que lo desee, es incapaz de volar. Cuando comenzó todo, todo esto existía. Hoy que termina todo, termina lo que quise forjar de mi vida. Hoy que termina una etapa, es cuando miro hacía atrás, no con desdén ni arrepentido, no con lagrimas en los ojos y la mano empuñada. Simplemente hoy me recuerdo a mi mismo que cada minuto, cada sueño, cada anhelo, cada día, iniciaron este fuego. Me recuerdo que cada segundo cuenta y que cada acción trae consigo una reacción. Que cada golpe vale por siete, que cada sueño que se fue con mis alas, volverá para quedarse. Me recuerdo que tuve que haber sabido que si algo comienza de igual forma termina y que cuando todo esto comenzó su destino era ahogarse y quemarse con el llanto de mis ojos y el fuego de mi corazón. Que si hoy todo termina es porque algo nuevo comienza. Que lo que comienza, sea lo que sea, quemará y ahogará de nuevo mi cuerpo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario