martes, 6 de julio de 2010

Pasado ingnorado, presente insulso, futuro extraño.

Muchas veces no nos detenemos a examinar realmente nuestras vidas, nuestro paso, lo que somos ahora y lo que queremos ser en un futuro. Muchas veces dejamos que simplemente el tiempo haga lo suyo, nos manipule y nos ahogue en su egoísta voluntad, en su irremediable transcurrir que simplemente nos golpea y utiliza a su antojo. Mirar hacia el pasado muchas veces duele, muchas veces dejamos que nuestras vivencias hagan que perdamos la fe en nuestro futuro, dejamos que una persona nos hiera de por vida o sencillamente nos aferramos a algo que ya no está, a alguien con quien no podemos hablar, a una idea que ya no podemos llevar a cabo o a una persona que por más que queramos no podemos tocar, a ese alguien a quien no podemos agregar a nuestra vida nuevamente, a esa persona que podemos reintegrar pero que sabemos no volver a ser quien solía ser tiempo atrás. No volverá a ser nuestro héroe, será siempre una decepción que nos hace escribir con tan frialdad, será siempre la idea de lo que pudo ser pero que descaradamente se dio por vencido en el momento en el que debió ser más valiente y dedicado. Siempre que miremos nuestro pasado veremos heridas que hoy son cicatrices de un dolor que no olvidaremos, de un adiós inevitable y una sensación que simplemente en las noches sigue volviendo para recordarnos quienes somos, que tan fuertes fuimos, y que tan fuertes podemos llegar a ser. Nos da más de una respuesta al preguntarnos como hemos llegado a donde estamos hoy, nos motivamos al saber que caerse no es de débiles, es de todos. Caerse no es haberse dado por vencido, si caemos es porque debemos hacerlo para volver a nuestras vidas sabiendo que de alguna manera seguimos adelante pero ahora con el conocimiento de los alcances que tenemos y la sabiduría de no cometer el mismo error de nuevo. Si examinamos nuestras vidas encontraremos dolor, si, pero también veremos que donde antes fallábamos hoy somos indestructibles. Que lo que antes dolía, sigue doliendo, pero lo sobrellevamos con alegría y orgullo. El dolor nunca se ira, el vacio nunca dejara de sentirse y por más que lo intentemos, lo que nos hizo daño, lo que nos hizo felices, siempre será un tesoro en nuestro pensamiento. Lo que antes dolía será ahora una de las motivaciones a la mas debemos aferrarnos. Sera nuestra guía para seguir levantándonos. No siempre podemos ganar, el tiempo seguirá siendo egoísta e imparable, los corazones rotos y desilusiones serán incontables, pero lo que aprenderemos será siempre lo más valioso. Si examinamos nuestras vidas, nuestro pasado, no somos nada y no hemos fallado lo suficiente, no somos impenetrables ni somos una clase de bunker a prueba del destino, “somos polvo” y no podemos cambiar esto. Somos marionetas de alguien en un juego cruel. Somos víctimas, eslabones del destino. Saber manejar nuestras emociones, nuestros deseos y anhelos, nuestros errores recalcables y nuestra fe mal encaminada son clave en mejorar nuestras vidas, aprender de nuestro pasado, de nuestras caídas. Conocer quiénes somos y a raíz de que. Para donde vamos y que hacemos para lograrlo. Reconocer que duele, pero seguir jugando. No podemos perder siempre. ¿O sí?

No hay comentarios:

Publicar un comentario