martes, 6 de julio de 2010

Mi mundo, mi sueño.

Hay un momento en el que te cansas de sufrir y de lamentarte por los problemas de siempre. Siempre hay alguien que encuentra alguna excusa para creer que la vida no es lo suficientemente justa para vivirla. Siempre habrá alguien que se queja por las adversidades que nos encontramos en el diario vivir. No es suficiente vivir una vida normal, fuera de líos y de problemas que al final son vánales comparados con las desgracias que se pueden llegar a ver en personas que creemos inferiores pero que a la larga son simplemente personas menos favorecidas de las cuales no debemos basarnos para hacer nuestra vida mejor, sino que deberíamos tomar en cuenta para darnos cuenta de que somos favorecidos por tener donde acostarnos, donde refugiarnos de los peligros que hay en el mundo, peligros que llegan a nosotros ocasionalmente, pero que son peligros pasajeros en nuestra vidas mas no peligros persistentes y recalcantes en los cuales se basa la vida de mucha de la población que no vemos y que la mayoría nos negamos a creer que está ahí. Tenemos que encontrar en nuestra vida una alegría mayor a ser superiores que alguien más, eso nos haría diferentes, y que alegría más grande que ser realmente únicos en vez de ser una persona más de las que piensa que en el mundo el que más tiene es mejor que otro. No debemos limitar nuestros sueños pero tampoco debemos pasar por encima de la moral para llegar a cumplir nuestros proyectos de vida. No podemos ser felices si en el trasfondo de nuestras acciones, de nuestros logros, esta persistente esa agonía de saber que a la final nuestras metas son algo por haber pasado riéndonos de la desgracia de alguien más. No podemos ser mejores si nuestra personalidad esta segregada por una moral dual en la que una cara dice una cosa y la otra es totalmente oscura e hipócrita. No podemos llegar a ser mejores si lo que hemos llegado a ser lo hemos logrado por falsas promesas, por intenciones egoístas y fundamentos que solo llegan a ser una fachada en el momento de la verdad. Lo que nos hace verdaderamente personas es el hecho de pensar más allá de lo que queremos y de lo que queremos proyectar ante una sociedad que queremos que nos beneficie egoístamente. Hay momentos en los que nos tenemos que despojar de nuestros propios sueños y pensar mas allá de lo que deseamos para nuestras vidas. Porque no siempre lo que nos hace felices hará felices a quienes nos rodean. Una decisión que tomemos a corto o largo plazo repercute más allá de nuestras vidas. Cada paso que tomemos nos acerca o nos aleja de ser quien queremos ser y de quien queremos ser para alguien más. No podemos esperar ser quien queremos ser para todo el mundo, no podemos ser un modelo de vida para cada persona en el mundo, en un mundo como en el que vivimos, uniforme y diverso, es casi utópico lograr hacer feliz a todos pero si podemos hacerlo con la mayoría, solo es cuestión de demostrar que en este mundo tan errado todavía hay mentes digamos puras que se preocupan no solo por las apariencias y por lo que estas hagan con el albedrio de los demás sino que se enfocan en ser moralmente correctos a la hora de obrar en pro de alguien más, no de obrar en pro de sí mismos sino que base su vida en hacer lo correcto, no lo fácil ni lo personalmente benéfico, sino lo que está bien realmente, en lo que está bien en cuanto a beneficiar a quienes realmente lo necesitan y castigar como se deba a la escoria social que hace que el mundo deje de ser en cierto modo un lugar vivible y tranquilo. Nunca se dejaran de ver en las distintas sociedades la persona que va en contra del pensamiento establecido para estas, nunca se dejara de ver esa persona que quiere cambiar el mundo basándose en pensamientos que ni ellos saben cómo desarrollar verdaderamente. Una idea no es nada si no se expresa, una idea no es nada sin un motor que la desarrolle ni un intermediario que la haga más que un pensamiento enclaustrado en la mente de un soñador. Ideas hay muchas, sueños incontables, pero maestros de esto, pocos. No se puede decir que una idea no es válida, que un sueño es imposible. No podemos decir que una persona esta mentalmente enferma por querer convertir las cosas en oro, o por querer volar. No es esa una persona enferma, no es una persona desquiciada ni fuera de sus cabales, simplemente es una persona con una idea pero que se queda con su idea y no hace nada al respecto, si lo queremos poner en palabras más crudas e insípidas, una persona cobarde e incapaz. Ninguna idea deja de ser valedera hasta el momento en que nos damos por vencidos, ninguna idea pierde su peso hasta que dejamos de soñarla y de amarla tanto como para hacerla realidad. El mundo es un nido de ideas por explotar, es un mundo de sueños dejados atrás por el miedo del autor de estas a salir adelante con una solución a sus obstáculos. No voy a decir que todo es posible, pero si puedo decir que en la determinación están los logros y los intentos que vale la pena recordar. No puedo decir que ser una persona soñadora es ser una persona ilusa, una persona que sueña realmente es una persona que vive queriendo ser mejor, y esto es lo que nos llega a hacer únicos. Porque en un mundo como este, soñar con algo mejor es la mejor forma de hacer posible un lugar mejor. Soñar es por poco lo único que podemos hacer si nos vemos obstaculizados por un régimen incapaz de creer que ahí afuera esta la solución a más de uno de los problemas por los que llegan a matarse los sesos. Dejar de soñar es dejar de creer en nosotros y en lo que podemos llegar a hacer. Dejar de soñar es ser eslabones de alguien más, marionetas sin vida, desalmadas y desinteresadas por un bienestar que creemos imposible. Creemos imposible una igualdad en el mundo, creemos imposible que el hambre sea un mito y que la pobreza sea un cuento viejo, creemos imposible que en el mundo existan realmente personas que darían mas de lo que pueden llegar a creer que pueden dar por ver sus ideas coger vuelo y llegar a ser una realidad, creemos imposible que en el mundo exista una sonrisa en cada cara y una risa imparable en el rostro succionado de un niño hambriento. Nada es imposible si en el momento de darle a una idea vida nos esmeramos en creer en ella y en querer darle una forma tangible y exponente a los ojos de quienes nos creen equivocados y soñadores insulsos. Nada es imposible cuando creemos y nos desgastamos la cabeza al pensar en los lamentos de una sociedad en decadencia. Lo único imposible es que en este mundo haya quienes siguen leyendo mentiras en las revistas, quienes creen las mentiras de los que quieren jugar con nuestras mentes, quienes creen en que un peso vale más que una sonrisa, quienes creen que una idea no es más que un sueño inmaduro de una persona que solo sueña porque piensa que su felicidad solo es posible cuando se la imagina y no cuando mueve masas y hace posible lo que tiene en la cabeza. Lo único imposible es que el mundo deje de perseverar en sus ideas desquiciadas.

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